Los celos han sido definidos como un sentimiento de temor a perder a la persona amada. Pueden experimentarse celos sobre una amistad o una pareja. Esta vez, nos centraremos en la pareja ya que es la que más suele solicitar consulta profesional.
Como todo sentimiento, los celos experimentados de forma controlada y en pequeñas dosis, son una respuesta emocional normal. Sin embargo, cuando los sentimos de manera frecuente e intensa, son duraderos y surgen sin ningún motivo, se vuelven patológicos. Son una señal de que algo a nivel psicológico no va bien y se convierten en una tortura para quien los padece y también para su pareja o entorno.
Causas de los celos
La falta de confianza en uno mismo (baja autoestima), haber crecido en una ambiente familiar en el que hemos presenciado escenas de celos o experiencias personales en las que nos hemos sentido traicionados por alguien pueden favorecer el desarrollo de una conducta desconfiada y celosa.
Los pensamientos obsesivos que desarrolla una persona que sufre celos pueden parecerse a avispas que aparecen de repente y que, cuando la quieres espantar, aparecen otras compañeras avispas (obsesiones). Las obsesiones (avispas) nunca vienen solas. Su aparición dispara la ansiedad. Y esa ansiedad se traduce en dolor, desesperación. La persona cree que cuanta más información recabe o cuanto más control ejerza sobre su pareja, se aliviarán la ansiedad y desaparecerán las obsesiones. Sin embargo, sucede lo contrario, el celoso cada vez necesita más control e información.